Desarrollo de la identidad
a partir de experiencias
narrativas
JAVIER
GONZÁLEZ GARCÍA
A lo largo de la lectura el
autor manifiesta ese interés por desarrollar la autonomía, el pensamiento
crítico, la identidad y sensación de logro en los estudiantes a través de
experiencias como la lectura, la escritura y la conversación. De modo que estas
actividades sean un eje que conlleve a estos objetivos.
Aprender a leer por placer: se alude a esa necesidad de implementar prácticas
desde la niñez temprana de lectura, de invitación a la lectura, sin ser una actividad impuesta u obligatoria.
Se habla de que tanto la
lectura como la escritura son actividades que promueven una comprensión crítica
de la realidad; donde la persona va desarrollando sus pensamientos, generando
sus propias ideas.
Papel de la escuela en la formación de lectores: Se plantean una serie de
cuestionamientos muy interesantes respecto a esas iniciativas que deben surgir
de la escuela y muchas veces se dejan de lado, o se limitan las posibilidades
del estudiante de interactuar o elegir su propio material de lectura que
resulte atractivo e interesante para este.
• ¿Qué se
debe hacer para que los niños se apasionen por los libros?
• ¿Cómo transmitir el gusto por lo literario?
• ¿Qué se
lee en la escuela? ¿Cómo se lee? ¿Quién puede leer?
• ¿Quiénes poseen las formas de alcanzar la
información?
• ¿Cuáles son los nuevos soportes textuales?
• ¿Quién selecciona los libros?
Estos interrogantes deben servir de reflexión para
analizar qué estamos haciendo en los salones de clase, qué medidas podemos
tomar, o qué aspectos podemos replantear para sustentar la formación de
verdaderos lectores, competentes.
La imaginación a partir de la lectura: Surge la iniciativa de
relacionar más la lectura con el juego, y con la imaginación; de modo que se
logre que ese interés por la lectura no sea algo involuntario sino al
contrario. Se da la propuesta de ofrecer libros que contribuyan a ejercitar la
imaginación, donde se abran espacios
para la recreación literaria.
El tratamiento que se dan en las escuelas a las
lecturas está basado en repetición de información, en comprensiones de lectura
que recaen en preguntas y respuestas dadas en el texto, no se posibilita al
estudiante explorar, divertirse y jugar con ese texto, recrear a partir de lo
dado. En este caso, el rol del docente debe ser más flexible al programar o
planificar actividades que despierten esa curiosidad del niño por la lectura.
Aprovechar esos espacios para que puedan experimentar, imaginar, plasmar sus
ideas y pensamientos a través de diversidad de estrategias, desde actividades artísticas
hasta la escritura propiamente.
El desarrollo de la creatividad de pensamiento: Se plantea un desfase, una
irrupción entre los primeros años de escolarización y las etapas siguientes,
donde la curiosidad, la imaginación, la creatividad de los estudiantes se ve
aminorada o casi anulada, porque son cada vez menos las intervenciones que promueven
este tipo de habilidades.
Al respecto, concuerdo con el autor, es el docente
quien debe asumir una actitud diferente, más activa para lograr estimular un
pensamiento creativo en los distintos momentos del proceso de enseñanza y
aprendizaje. Los encargados de planificar una práctica escolar,
contextualizada, atractiva, diferente, somos los docentes; sin embargo, se
suelen tomar planes viejos, que no responden a estas necesidades de los
estudiantes.
La directividad en las pautas de comunicación: Se destaca en la lectura ese
peso que entregan y permiten a sus estudiantes los docentes en el proceso
comunicativo, lo cual es alarmante porque la mayor parte del tiempo, alrededor
de un 70% en uno de los estudios en que se basó este artículo asume que ese
discurso está en manos de docentes, y pocas son las oportunidades en que el
discursos es de los estudiantes.
Es importante, capacitarse en
este aspecto, ya que debemos conocer las habilidades y el nivel de autonomía de
nuestro grupo para abrir más espacios de interacción entre los estudiantes,
donde el docente sea un guía, un mediador. Es una misión del docente enseñar a
interactuar y a trabajar de forma cooperativa dentro del salón de clases, hacer
ensayos, experimentos que se encaminen a este objetivo; en cuanto más se
practique más los estudiantes se identificaran con esta forma de trabajo.
En mi experiencia docente, la
metodología que se emplea en la institución en la que laboro es participativa,
lo cual implica que los niños trabajan en equipos cooperativos, heterogéneos,
donde existe la posibilidad de que se expliquen unos a otros, que debatan
resultados y hallazgos, porque la estructuración del proceso concibe ese trabajo
activo a nivel grupal, después del periodo de trabajo individual; es importante
en este caso el papel de uno como guía, al pasar por los grupos y estar
pendiente de la dinámica de cada equipo para encontrar soluciones conjuntas, o
mediar en el debate y enseñarles a expresar sus ideas y defenderlas
críticamente, sin ofender o discutir.
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